13 Mar ¡Así se visita el Palacio de Versalles!
El día comenzó muy temprano, eran las 5 de la mañana. Tomé un baño rápido de agua caliente para despertar después de un vuelo de 12 horas de México a París. Despué de un desayuno exprés en el hotel, salí corriendo a las calles en busca de la estación de metro más cercana.
Algo increíble es que es muy fácil usar los medios de transporte básicos en Francia aunque no hables el idioma. Debo confesar que en toda mi estadía en el viejo continente viví con un miedo constante entre que no se perdiera el pasaporte, el Parisvisite (que sirve para todo un día) y claro el boleto de tren.
Después de 5 estaciones trasbordé por fin a la estación de tren. Busqué rápidamente en el tablero central: hora, llegada, retraso, destino, sumado a esto cientos de personas caminando, hablando en distintos idiomas y moviéndose a una velocidad impresionante y siguiendo trayectorias diferentes; escena que ni en el día mas congestionado de la estación metro hidalgo de mi querido México se compara.
Una experiencia nueva subirse al tren local de dos pisos e ir observando todo el paisaje de camino a mi destino: Versalles. Fascinante la arquitectura de las casas, los colores utilizados en las mismas, los valles, los campos, el cielo, la luz del amanecer… un amanecer en París, el primero que viví. Fue inigualable con un clima frío pero con un ambiente muy cálido y con la emoción de la aventura que me esperaba y estaba a punto de comenzar.
Al bajar de la estación de tren Versalles Rive Gauche el color que predomina es el beige de los edificios. Curiosamente todos son de la misma altura, esto se debe a que ningún edificio podía ser más alto que el Palacio de Versalles donde habitaba el rey. Este dato fue proporcionado por nuestro guía oficial de la oficina de Turismo de Versalles que nos narraba con increíble pasión cada aspecto y detalle del lugar.
Recorrí ese camino rumbo al palacio donde predominan los árboles sin su follaje por la estación del año. Me rodea un frío helido pero revitalizante y a lo lejos, por fin, el imponente Palacio de Versalles.
Una vez pasado el reten de seguridad y con el audio guía listo, empezó el recorrido. Pasamos uno a uno por los salones: de Hércules, de la abundancia, de Venus, de Diana, recámaras de Luis XIV, XV y la recámara de María Antonieta. Esta última con todo de seda, ¡todo bañado en oro! Definitivamente no escatimaron en ningún detalle: pisos, puertas, paredes, muebles, todo con una perfección en el diseño y en el gusto. Al mirar hacia el techo se ven hermosas pinturas renacentistas. Finalmente llegamos a uno de los salones más famosos de este palacio, el “salón de los espejos”, en donde todos los turistas toman la foto del recuerdo y claro yo no me quedé atrás.
Saliendo del Palacio mis ojos vieron una escena que me conmovió en lo más profundo de mi alma: Los jardines del rey. Ahí estaban esas increíbles fuentes, el lago que seguía su camino hacia abajo desvaneciéndose. Un viento muy fuerte rozando mi cara y el cielo gris hicieron que mi corazón se acelerará y que quizás una lágrima se desbordara de mis ojos, cosa que no puedo corroborar dado que el frío me quitó la sensibilidad en el rostro.Al descender por un camino de grava pude ver las fuentes, al igual que todo el palacio lleno de detalles, con un exquisito diseño y acabado. Por ser Diciembre, los jardines estaban cerrados y nos comentaron que primavera es la mejor época para ir ya que las flores están en su mayor punto de perfección; aunado a eso hay música del siglo XVIII para transportarte a la época en la que los reyes y la nobleza disfrutaban cada uno de los jardines. Ahí fueron los dominios de María Antonieta en un mundo de historias de amor, intriga y pasión que rodeaban a tan importante y complejo personaje de la historia francesa.
Ya pasaba el medio día y con tantas carreras y emociones era tiempo de comer algo. De nuevo recorrí las calles de Versalles viendo el decorado de la época navideña y los simpáticos arbolitos de navidad de la región hasta que llegué a mi destino. Se trata del restaurant Chez Stef’s y su menú algo tradicional. Tenía muchas ganas de comer pero mi estómago tenía algo de miedo y curiosidad. En una especie de vasos tequileros aguardaban las entradas de lo que parecía salmón, pollo, cerdo acompañados de un aderezo. Me aventuré a probar el de salmón. De plato fuerte comí pato asado con papas y cebollines, la carne se desvanecía en mi boca con un sabor equilibrado, ni tan picante ni tan salado, simplemente perfecto. De postre probé un pastel de chocolate relleno de fresa con un toque de licor. Fue una primera comida increíble y con las energías recobradas, ya estaba listo para ver más sorpresas.
Llegué al museo del perfume de Versalles, se trata de un increíble lugar donde te cuentan la historia del perfume y anécdotas relacionadas al rey. Junto al museo hay una tienda con guantes muy singulares, ahí pude ver que es todo un arte cubrir las manos del frío y lucirlas con elegancia. A un costado también hay un establecimiento con fragancias y enfrente una tienda de exclusivos perfumes. Muy cerca vi unas niñas con su maestra, todas ellas estaban vestidas de princesas y dibujaban las botellas de perfume con sus crayolas; escuchaban atentamente las historias de la maestra.
Caminando por las calles se encuentra otro lugar con más historia, la Salle de jeu paume. Es en este salón donde se llevaron acabo las pláticas y las conspiraciones que culminarían en la revolución francesa y la toma de la bastilla. Dentro de este lugar hay un mural impresionante pintado por el mismo Miguel Ángel en el cual se incluyó a sí mismo y a sus hijos.
Saliendo de ahí vi lo que parecía ser una tienda de música y no perdí la oportunidad de probar una de esas guitarras tan increíbles: las guitarras Manouches originarias de Francia y que popularizó el legendario guitarrista de jazz Django Reinhardt. Ya con la guitarra en manos y con la complicidad del dueño del lugar, pude probar en un pequeño escenario (especial para que los músicos prueben sus instrumentos) y tocar un poco. Cerré los ojos y me dejé llevar por unos minutos por tan bello y delicado sonido que no había escuchado antes. Era hora de volver así que me encaminé rumbo a la estación de tren.
Ya en París, en la estación del metro miré mi reloj y apenas eran las 4:00 pm. No lo comprendía era muy temprano y mis piernas estaban desechas de tanto correr, caminar o quizás…¿fueron demasiadas emociones por un día?
Estando en París siempre habrá una emoción nueva así que transbordé y me dirigí al museo de Louvre. Bajé como dos estaciones antes y pude caminar al lado del río Senna. Comenzaba a caer la noche y a lo lejos vi la torre Eiffel brillando con luz propia, volteando la cabeza vi el Parlamento y mas allá estaba el Jardín de las Tullerías.
Finalmente vi el costado del museo. Corriendo entré por una de las puertas laterales donde pasan también los carros y por fin lo vi… ¡El carrusel de la fachada del museo!
Con el corazón saliéndose de mi pecho me sentí el personaje de una de mis novelas favoritas de la infancia. Ahí estaba yo con todo el contexto del santo Grial, y sintiéndome el señor Landon. Corrí siguiendo el camino, bajé las escaleras del museo y como al final del libro… volteé al cielo y contemplé la bóveda celeste. Esta vez sí tenía lágrimas en mis ojos y una sonrisa que recordaré el resto de mi vida.
Tras una visita rápida me prometí que me daría tiempo para volver más temprano y recorrer El museo con calma y admirar las obras de los grandes maestros.
Y así tras más de 30km recorridos a pie, un desayuno, comida y cena increíbles, lugares, trenes, museos, emociones a cada instante, sorpresas y adrenalina comenzaba mi viaje por Europa.
¡Nos vemos en el próximo destino!
Aleks Torres
Amo viajar. La música es mi profesión y mi vocación, amo tocar jazz y música clásica. Soy apasionado de los deportes en especial del fútbol soccer. Disfruto de mi tiempo dando clases de música para cualquier persona. Me reúno con amigos para tocar en el DF y otros estados.
alekstorres_jazz@hotmail.com
De estudios: negocios internacionales, marketing internacional y recientemente contenidos digitales. Políglota, urbana, museofílica y gourmet. Soy fan del mundo, las culturas y las tendencias. Diseño y asesoro en viajes, mis especialidades: Perú, Francia y Europa.